martes, 22 de enero de 2008

Vamos a la playa

Como mañana inicio mis ¿merecidas? vacaciones y parto para la playa, les dejo hasta mi regreso un éxito de la primera mitad de nuestra década: "Vamos a la playa" que cantaba el grupo Righeira, un dúo italiano formado por Stefano Rota y Stefano Righi en 1981.
En 1983 la pegaron con esta canción y con otra más llamada "No tengo dinero" que a mi no me gustaba tanto como "Vamos a la playa"
No se pierdan los relojitos (no sé como no se lo incrustan en un ojo) ni el rulito en la frente de uno de ellos.
Y si hoy pueden parecer medio tontos por el pasito que hacen, en esa época no era así ¿o no nos movíamos igual cuando íbamos a bailar? ¡Claro que sí!
¡Nos vemos a la vuelta!

domingo, 13 de enero de 2008

Casos policiales: la dra. Giubileo

Uno de los casos policiales más recordados de nuestra década aquí en Argentina fue la desaparición misteriosa y hasta hoy no esclarecida de la dra. Cecilia Giubileo. Ayuda a que, seguramente, la mayoría lo recordemos el gran despliegue del noticiero Nuevediario ("las dos caras de la verdad"), que siguió el asunto durante mucho tiempo como a ellos les gustaba, mucha hipótesis sin sustento real y mucho morbo.
Todo empezó la noche del 16 de junio de 1985 cuando la doctora fue vista por última vez en la colonia para enfermos mentales Open Door o Colonia Montes de Oca, de la provincia de Buenos Aires.

Las investigaciones posteriores no pudieron revelar nada en concreto, sólo el desamparo de esos dementes.

Por más que Nuevediario pasó mucho tiempo tratando de encontrar una respuesta sensacionalista que incluyó desenterrar huesos que luego comprobaron que eran de animales, el cadáver nunca apareció y jamás se pudo saber que sucedió.

Hasta hoy sigue siendo un misterio.

miércoles, 9 de enero de 2008

De cassettes, grabaciones y otras yerbas

En nuestros años '80, había dos formas de poseer música: discos o cassettes. Pero los discos eran cosa del pasado. Si uno quería estar a la vanguardia de la tecnología tenía que tener su música grabada en esos objetos rectangulares.



Hoy las opciones son muchas más (MP3, CD, PC, minidisc).

Nosotros, los cancheros que usábamos cassette (en la segunda mitad de la década hasta los que no eran cancheros los usaban), teníamos dos opciones: comprar los originales o adquirir los vírgenes para grabarlos.

Esto último, al igual que hoy, era ilegal pero, al igual que hoy, lo hacíamos.

Lo primero era comprarlo. Los había de diversos precios y calidades. Unos medio truchos que a la corta o a la larga te traían problemas, y los de calidad (Basf, Sony o los más usados: los TDK).

Si decidíamos comprar los de calidad, teníamos más cosas que decidir, por ejemplo su duración. Había de 45 minutos (justo para grabar un cassette original completo), de 60 minutos (los más populares) y de 90 minutos (entraba un cassettre original de cada lado pero a algunos grabadores les costaba tirarlos, y si el walkman andaba flojo de pilas, ni lo movía).

Y si ya habíamos decidido de qué duración compraríamos, quedaba un último elemento a decidir: común o de metal (más caros estos últimos). Casi siempre comprábamos el común (a menos que nos quisieramos hacer los platudos).

Con el susodicho cassette en nuestro poder, hasta que aparecieron los grabadores doble casetera, sólo podíamos grabar canciones de la radio, donde solían quedar las voces de los locutores al principio o al final de la canción (¡nunca se callaban!), y los enganches entre tema y tema eran cosas deplorables (cortes abruptos). Un amigo grabó "Nacido en USA" de Bruce Springsteen y lo enganchó con "No soy de aquí ni soy de allá" de Facundo Cabral en lo que ha sido la unión más asquerosa que he oído. Otros inconvenientes eran que al ir grabando el cassette, queríamos oir lo que habíamos adquirido antes de que el cassette estuviera completo, y solíamos meter mal los dedos en las teclas y en vez de play apretábamos rec y lo que habíamos grabado se iba borrando lenta e indefectiblemente. ¿Porqué? Porque tenían unas pestañitas en la parte inferior que oprimían un botoncito en el aparato para poder grabar. Sin ellas, el cassette no se grababa. Cuando terminábamos de ocuparlo, se las sacábamos, pero al tiempo, si nos cansábamos de lo que tenía, o lo necesitábamos y no podíamos comprar otro, le poníamos un papelito en el huequito que había dejado la pestañita ausente y solucionábamos el problema.
Otra forma de grabar un cassette de otro era hacerlo andar en un grabador y poner el micrófono de otro grabador pegado al parlante. El resultado era desastroso pero no había alternativa para tener un cassette original de un amigo.
O si no, podíamos llevarlo a una disquería (se llamaban así aunque vendieran cassettes) para que nos grabaran los temas que le proporcionábamos en una lista. Esta grabación, obviamente, también era ilegal, pero de mejor calidad y con unos enganches perfectos.
Todo cambió cuando aparecieron los grabadores doble casetera. Nos reuníamos en la casa del amigo que se lo había podido comprar y cada uno de nosotros llevaba sus cassettes y nos pasabamos horas grabando y grabando hasta que todos teníamos en nuestro poder todas las canciones de los otros.

También ocurría que el manipuleo excesivo del elemento lo deteriorara. Si se le cortaba la cinta, había que abrirlo con un cuchillo con punta sacando cada tornillito, reacomodar la cinta y pegar los extremos divididos con cinta transparente ("Scotch" para nosotros), eso sí había que pegarlas por debajo, pero como al cortarse, una pequeña parte se había estirado, debíamos eliminarla, así que cuando se llegaba a esa unión, la canción pegaba un salto hasta que se normalizaba la reproducción.
Otro inconveniente era que se depegara esa pequeñísima goma espuma de la parte superior donde asentaba la cinta al ser reproducida. En ese caso, le colocábamos un pedacito de algodón... ¡y que siga la música!
Una cosa que a mi me molestaba era que me prestaran un cassette grabado y que en el papel de su cajita no le hubieran anotado el nombre de las canciones ¡Qué bronca!
Aún tengo una caja con más de cien cassettes (originales y grabados) pero ya no los escucho, ya me modernicé y los tengo en la PC o en CDs.
Ya no hay trabajo artesanal para escuchar música. Hoy podemos escuchar más y mejor, pero aquellas formas de conseguir música, les aseguro, no se pueden olvidar.