En los primeros '80s no había mucha posibilidad de tener cassettes grabados, entonces había que comprarlos y, para la mayoría, no era tan fácil adquirir varios, apenas uno cada tanto. Y los escuchábamos miles de veces, y los amábamos. Por eso debíamos guardarlos bien y es ahí donde nos conseguíamos estos "prácticos" cofres para conservarlos. En realidad los abríamos y cerrábamos tanto que se cuarteaban, se iban rompiendo y, finalmente, la tapa se desprendía y ya no nos servían más, si es que antes no habíamos superado su capacidad al comprar más cassettes de los que podía albergar. En ese instante, nuestros magnéticos tesoros empezaban a quedar desperdigados por la habitación a la espera infructuosa de una dilatada promesa de ordenarlos. Yo tuve uno y lo recuerdo con cariño. Lo compré cuando tenía 2 cassetes y podía guardar hasta 10. Se imaginan lo que pasó al llegar a 11?
sábado, 20 de abril de 2013
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